viernes, 1 de noviembre de 2013

De la mágica fotografía


El mundo con su espeso crepitar nos impide sabernos sujetos poseedores de la mágica chispa de los acontecimientos. Nos acostumbramos  a  la cotidianidad aberrante que nos  hace avanzar por un manglar infecto de costumbres a las cuales nos vamos pegando lentamente hasta que nos volvemos sujetos de formas ortodoxas, olvidamos la magia que pulula  en los días – en el instante mismo donde la vida se construye de maneras alternas-.


Los recursos estéticos, el arte como instrumento de denuncia y de defensa contra los actos cotidianamente soporíferos, las manifestaciones arbitrarías – por no tener relación con las formas comúnmente guardadas-  se convierten, entonces, en el paladín de batalla de la mágica concepción de los mundos.

El punto en concreto no es el establecernos como artistas creador inmediatos. Es vivir directamente en relación con las creaciones artísticas – no como construcción manual, sino como identificación sensitiva de la magia latente dentro de cada acto de la vida, dentro de cada sujeto que camina por el mundo. 



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