La biografía de un hombre es un corte arbitrario, decía Severo Sarduy en el intento de perfilar una “radiografía” de su existencia; de ahí que se remita a la evocación de un relato pre- natal para presentarse formalmente ante la vida, para iniciarse en el relato propio, pero antes para ubicarse en la narración de los otros – es su madre quien nos cuenta los acontecimientos anteriores al nacimiento de Sarduy, quien desde luego ya estaba presente –
Con la anterior declaración de principios, incluso con el planteamiento de un trazado estilístico que invita a la transgresión cronológica de los sucesos, donde la vida empieza antes de la concepción y va después de la muerte, Sarduy constata un veta mágico- mística, muy propia de toda la narrativa latinoamericana, alrededor de su existencia y por ende –quizás- de su producción literaria. Dentro de las consideraciones extraídas de su escritura se destaca : el procurar el placer físico a través de la lectura, donde se intenta llevar al lector a un estado de goce erótico que le permita establecer una relación somática con el texto – situación física – La palabra se hace cuerpo, se vuelve sudor, se erotiza y se amalgama poderosamente a las pulsaciones de los “interpretes”. Queda definido entonces, su CARÁCTER que nos introduce hacia las lógicas interpretativas propias de cada sujeto, pero que a su vez se demarca para lograr una sensación determinada en el mismo.
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