La lluvia caía fuertemente sobre la ventana del pequeño salón, algunas gotas de agua se abrían paso sobre las rendijas del marco, una mezcla de frio y soledad inundaban el ambiente. En el piso, Adair preparaba sus botas, eran unas pequeñas botas negras, adornadas con borlas rojas y negras, sobre las cuales estaban pegadas unas viejas lentejuelas, Aldair las limpiaba con un pequeño trapo, a la vez que utilizaba el betún para ennegrecer el cuero.
La presentación ya estaba cerca y debía tener toda su indumentaria preparada para cuando fuera su turno de entrar al escenario, sobre una pequeña silla tenia doblada una capa totalmente negra, un blazer igualmente negro y un sombrero adornado con una tira blanca.
Justo cuando Aldair le estaba dando la última mano de betún tocaron a la puerta, era su jefe Silvestre. – muchacho se está demorando mucho y ya tenemos que salir, como mi asistente tiene que comprender que las responsabilidades son muchas y no estoy dispuesto a tolerar ninguna niñería, la única razón porque lo emplee es porque me dio lastima, pero sepa que usted no es diferente a cualquier otro huérfano de la calle.
La presentación comenzó, la carpa estaba medio llena, consistía de tres tribunas que rodeaban un circulo, en el centro del circulo, Silvestre preparaba uno de sus actos de magia, el truco consistía en adivinar la secuencia de un mazo de cartas, para esto su asistente las mezclaba y las enseñaba al público y él con los ojos vendados exponía el orden de las cartas. En las tribunas una docena de niños se reían ruidosamente.
A la vez que cesaba la lluvia, terminaba el espectáculo, luego de la actuación de los payasos y de la demostración de maestría del domador de leones, la jornada termino, la docena de niños se despedía y lo único puro que alguna vez podría tener el circo se iba con ellos.
Al entrar la noche Aldair recibía su pago; un plato de comida y la oportunidad de dormir en un lugar cálido, negarse a quedarse ya no era una opción. Su último intento de escaparse de yugo de Silvestre y su esposa Amanda había fracasado, el plan le había parecido simple pero fue descubierto por Amanda mientras intentaba escabullirse por la noche, el ruido de los animales alertaron a su captora, quien luego de lo sucedido lo castigo fuertemente, su papel como asistente de mago se fue pervirtiendo hasta convertirse casi en esclavo de la pareja.
Ahora mientras comía del plato, recordaba amargamente la paliza que recibió por sus anhelos de libertad. A su lado de había sentado Eusebio un hombre negro originario de panamá, quien había llegado a Colombia como polizón en un barco que atracó en puerto Colombia, sus viajes lo habían traído a Medellín, en donde comenzó trabajando como bulteador en la plaza de mercado. Hace ya dos años el destino lo llevo a conocer a Silvestre, quien le ofreció mejores condiciones de trabajo y entradas solidas. Pronto, Eusebio descubrió que Silvestre lo estaba engañando, el mago le comenzó a prestar dinero a intereses altísimos, que terminaron por crear una deuda impagable.
Debido a estas obligaciones, Eusebio se vio obligado a regalar su trabajo en el circo, y ahora estaba condenado a ser el cuidador de los animales, lavar sus desperdicios y básicamente realizar todo el trabajo fuerte del circo.
Aldair veía en ese hombre alto y desgastado por el trabajo a su único apoyo, su ventana al mundo y la fuente que ayudaba a nutrir sus ilusiones, ya era costumbre que en la noche Eusebio animara a Aldair con su historias acerca del Caribe, las grandes embarcaciones y las noches tormentosas que había vivido como pescador de un buque camaronero de placas ecuatorianas; pero el momento de mayor excitación para el niño mago, era cuando Eusebio le hablaba de sus planes de comprar un velero en Maicao y escapar hacia Jamaica, en donde según le contaba la vida era prospera para un hombre trabajador como él.
Luego de tales noches, donde la esperanza crecía y las ganas de vivir se fortalecían, llegaban las duras mañanas, el trabajo pesado y el abuso de sus patrones. Amanda le imponía todas las tareas de la casa, en donde era el encargado de mantener todo en perfecto orden. – Mire Aldair, usted en la vida tiene que ser agradecido, muchas personas agradecerían estar en su situación, y tener un techo y una comida en las noches, acuérdese que la calle es peligrosa, lo tenemos acá por su bien, pero eso sí, tiene que cumplir con ciertas obligaciones.
Aldair empezó a limpiar la cocina, utilizaba este espacio para jugar y practicar su propia magia. Cuando llego al circo era tratado como otra persona más sin importancia, alguien prescindible que podría partir cuando quisiese. Esta situación había cambiado meses atrás, cuando Silvestre lo descubrió practicando sus trucos de magia y quedo en evidencia su talento para la telequinesis. Silvestre se volvió mas amargo con Aldair, cuando comprendió que el niño tenía verdaderas habilidades y que podría llegar a ser más talentoso que él.
En la calles de la ciudad la gente caminaba de un lado a otro, sin detenerse, sin mirarse, absortos, enajenados, caminando solitariamente entre la multitud. Entre los inexpresivos rostros caminaba Dana. huérfana desde el momento en que había nacido, Dana había vivido en varios hogares de paso, nunca logrando adaptarse a ninguno debido a su fuerte temperamento y marcada personalidad rebelde que la llevaba a imponerse en contra de las figuras de autoridad que la rodeaban.
Mientras recorría las calles, se iba comiendo un pastel de arequipe que se había robado de la ultima casa de la cual se había escapado, su escape había sido sencillo, los años le habían dado la experiencia para entender los requerimientos necesarios para huir de donde la quisieran retener.
En sus bolsillos solo cargaba un viejo llavero con un perro labrador dibujado, un espejito y un billete de 5 mil pesos, sus pasos la llevaron hasta una carpa, muchos niños entraban y un payaso recibía el dinero de la boleta, era el circo del mago silvestre, aburrida y cansada, Dana entró, en el centro del circulo se estaba realizando el espectáculo principal, Silvestre hacia uno de sus trucos ayudado de su asistente. Al verlo Dana supo que era como ella, el asistente de mago tenía en su mirada algo que solo las personas como ella conocían, esa mezcla de melancolía y esperanza, eran los ojos de otro huérfano como ella.
Al instante también sintió que era su destino enseñarle al mundo y liberarlo del trabajo y la opresión de la que claramente estaba.
Esa noche mientras Eusebio y Aldair comían, Amanda había dejado el radio encendido, el viejo sennheiser estaba sintonizando un programa de variedades, el presentador era un hombre ruidoso y de voz chillona, pero lo que decía llenaba de alegría el pecho de Aldair, - estamos en Picassa, son las 8 de la tarde, en una noche acalorada como la de hoy les queremos recordar a nuestro oyentes que el gran mago Calixto de Souza está de visita en nuestra ciudad, el reconocido ilusionista estará en Medellín hasta el próximo fin de semana, cuando concluirá las pruebas para asistente que esta realizando.
Al siguiente día Dana regreso al circo, esta vez tenía un su mente la manera en cómo iba a ayudar al huérfano a escapar. Cuando los payasos salían a hacer su presentación, daña aprovecho para bajar de las graderías y llegar hasta el cuarto en donde Aldair se estaba preparando.
- ¿Quién eres? preguntó extrañado Aldair cuando vio entrar a Dana, - Eso no importa, aunque puedo ser tu hermana, porque yo también soy la hija de nadie, para nosotros está destinado el mundo, es nuestro y debemos viajar por él.
Aldair comprendió que el momento de partir había llegado, no podrían detenerlo más, sus alas habían crecido de nuevo y esta vez volaría hasta la libertad.
El momento del espectáculo principal había llegado, Silvestre salió al escenario, de las gradas llegaban aplausos para el mago, quien arrogantemente respondía con una venia mientras buscaba con sus ojos a Aldair; al no encontrarlo se devolvió hacia el camerino, en donde encontró a los niños, Dana estaba ayudando a empacar las pertenencias de Aldair. Al comprender lo que sucedía el Mago rompió en cólera, su ira se materializo rápidamente, golpeando a los niños con violencia. En medio del caos una mano negro apareció, derribando sin dificultad a Silvestre, era Eusebio, quien se había llenado de valor.
Aprovechando el estado de su captor, los tres salieron del circo, dejando atrás sus tristezas y frustraciones, apartandandose de un pasado, al cual nunca tendrían que volver.
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